El 1 de diciembre de 2018 tomó protesta Andrés Manuel López Obrador como presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Ha sido un largo camino el que ha recorrido para llegar a ejercer el máximo cargo político en nuestro país. Ha tenido que superar descomunales fraudes electorales, como en 1988 cuando le fue escamoteado el triunfo en las urnas en las elecciones para gobernador de Tabasco, o el vergonzoso fraude que llevó a Los Pinos a Felipe Calderón. O las elecciones de estado que tuvo que enfrentar en las elecciones de 2012 que culminaron con el arribo de Enrique Peña Nieto a la presidencia. Pasando por un desafuero político que buscaba privarle de sus derechos ciudadanos.
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AMLO recibe bastón de mando. Fotografía que circula en redes sociales sin autor identificado. |
López Obrador ha sido el personaje público más calumniado y denostado por los medios de comunicación en los últimos 18 años. Las campañas negras que buscaban calificarlo como "un peligro para México", como deshonesto, autoritario y enfermo de poder, fracasaron al final derrotadas por la congruencia entre sus acciones y sus convicciones, pero sobre todo porque su mística de trabajo y su perseverancia hacen de él un personaje fuera de lo común.
No en balde él dijo en 2003 que “cuando se es honesto, cuando hay ideales y principios, se es
políticamente indestructible”. Ni siquiera un
infarto agudo al corazón en 2013 destruyó su tenacidad. Es quizá el único mexicano que ha visitado absolutamente todos los municipios del país al menos dos veces. Nadie como él conoce el territorio nacional, su potencial y sus carencias. Nadie como él conoce el sentir y las necesidades de los mexicanos.
Quizá es ingenuo y soberbio pensar que el triunfo de López Obrador también es un triunfo colectivo, pero aún así, me atrevo a pensar y escribir que siento que he hecho mi pequeña contribución a este logro político, como una pequeña gota de lluvia contribuye al volumen del océano. Me da derecho a pensarlo el hecho de que siempre estuve dispuesto a instalar mesas de votación o a recabar firmas para las diversas consultas sobre la reforma energética que, desde 2008, se llevaron a cabo. O marchar y protestar cada vez que la autoridad cometía alguna acción detestable. O formar parte de la multitud que tomó Reforma por semanas, aunque nunca pernocté ahí. O participar en los mítines multitudinarios del Zócalo, de Reforma, del Hemiciclo, o del Monumento a la Revolución. O ser parte del Movimiento de Regeneración Nacional y votar a favor de convertirlo en un nuevo partido político. O ser Protagonista del Cambio Verdadero. O recabar firmas para lograr el registro del partido Morena. O volantear durante las campañas en los parques o la vía pública, o puerta por puerta. O ser representante de casilla en mi distrito o en otro estado. Pero lo más importante es que comparto mayormente el ideario político de AMLO.
El triunfo de Andrés Manuel López Obrador no sólo pertenece a los 30 millones de electores mexicanos que votaron por él. Es un triunfo para los millones que aún no pueden votar, para los que pudiendo hacerlo, se abstuvieron, e incluso para los que votaron, no sólo por otra opción, sino en su contra. Pasarán décadas para que sus opositores se den cuenta de ello, es un triunfo para el país entero.
El día de la toma de protesta decidí no asistir al Zócalo. Preferí seguir los eventos por TV y por las redes. Al parecer no fui el único que tomó esa decisión. Los
reportes de audiencia indican que tuvo un rating mayor al de la final de la Copa del Mundo de fútbol en Rusia, o la final de la Copa MX ganada por Cruz Azul este año.
La transición de gobierno había comenzado desde el primer minuto del primero de diciembre. Atestigüé por TV las ceremonias de entrega - recepción de las secretarías de gobernación, de la defensa nacional y de marina. Todas ellas se celebraron de manera sobria e institucional. Me sentí especialmente tenso durante la ceremonia correspondiente a la sedena. Durante la campaña electoral el secretario saliente, el general Salvador Cienfuegos,
se inmiscuyó al hacer recomendaciones a "quienes buscan dirigir el destino de los mexicanos", condenando el divisionismo y el engaño en medio de una campaña mediática, a todas luces calumniosa, que acusaba a AMLO precisamente de dividir al país y de prometer en vano. Ese mismo día , López Obrador a través de una entrevista en Tamaulipas
pidió al secretario que no hiciera política. Nunca antes un secretario de la defensa había dejado de lado su postura institucional y había expresado sus opiniones políticas en plena campaña electoral, en consonancia con una campaña de desprestigio en contra del principal candidato opositor. No fue la única desavenencia notoria entre el secretario y Andrés Manuel. Las costumbres de las fuerzas armadas indican que el nuevo secretario sale de una terna que propone el secretario saliente, pero en este caso no fue así, tanto para la secretaría de marina, como para la sedena,
AMLO escogió a militares distintos a los recomendados.
La tensión se rompió cuando las ceremonias transcurrieron en calma. Fue un alivio que llegara el primer minuto del 1 de diciembre. Parecieron eternos los cinco meses de interregno entre el 1 de julio y el 1 de diciembre. En especial sabiendo lo perversas que son las élites políticas, empresariales y militares.
Desde temprano noté que en la TV no había ningún cambio respecto a la transmisión de otras tomas de protesta presidenciales. La narración de los hechos estaba salpicada por comentarios zalameros de los conductores de televisión. Aquellos que durante años no tuvieron un comentario neutral hacia AMLO, sino sólo comentarios negativos o juicios desfavorables, ahora encontraban en el presidente sólo aciertos y simpatía.
Sin embargo, sí hubo un contraste muy marcado entre las multitudes arremolinadas en torno a la casa de AMLO en Tlalpan y la solitaria casa de donde salió Enrique Peña Nieto rumbo al Congreso. Sólo unos cuantos periodistas hacían guardia para cubrir la salida de Peña. En cambio, AMLO intentó salir a saludar, pero tuvo que replegarse de inmediato, era imposible darse un baño de pueblo en esos momentos. Instantes después salió abordo de su característico
VW Clásico blanco modelo 2013 abollado, abriéndose paso lentamente entre la multitud a la que saluda de mano con el vidrio de la ventana abajo.
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AMLO sale de casa rumo a San Lázaro.
Imagen tomada de lanetanoticias.com |
También resultó contrastante observar el
convoy de ostentosas camionetas Suburban negras que escoltaban el vehículo en que se trasportó Peña Nieto. AMLO se incorporó a la Calzada de Tlalpan para después virar en Viaducto rumbo a San Lázaro, durante todo ese trayecto fue seguido por la transmisión televisiva. La gente salía de sus casas para saludarlo, algunos corrían al costado del auto por breves instantes, otros más lo escoltaban en bicicletas. El auto era escoltado por unos pocos policías en motocicleta, muy pocos en realidad, la mayoría de las motocicletas que acompañaron el viaje eran usadas por camarógrafos y reporteros. Un ciclista que llevaba la bandera nacional como capa dialogó con AMLO. "No tienes derecho a fallarnos" le dijo. Andrés Manuel incorporó esta anécdota en su discurso de toma de protesta ante el Congreso, después de dar cuenta del país en quiebra que recibe dijo: "No tengo derecho a fallar. ¡Acepto el reto!". "Ese es el compromiso con el pueblo:
¡No tengo derecho a fallar!"
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AMLO escoltado por un ciclista ciclista rumbo a San Lázaro. Fotografía que circula en redes sociales sin autor identificado. |
A diferencia de la toma de protesta de Felipe Calderón, donde éste tuvo que entrar por la puerta trasera una vez facilitada la entrada por priístas y perredistas chuchos, protegido por diputados panistas que parecían más bien un grupo de choque; la ceremonia de AMLO transcurrió con plena legalidad y formalidad, con la concordia que otorga un triunfo legítimo y apabullante.
Gerardo Fernández Noroña, uno de los más mordaces y acertados críticos del peñato, fue uno de los diputados que integraron la comisión de bienvenida al presidente saliente. Los trabajos fueron conducidos por la experta y digna conducción de Porfirio Muñoz Ledo, aquel tribuno de muchas batallas legislativas, el mismo que en 1988 fue el primer diputado de la era post revolucionaria que se atrevió a interpelar el informe de un presidente - Miguel de la Madrid Hurtado, en ese entonces - a él le tocó el honor de colocar la banda presidencial al primer presidente de izquierda.
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AMLO, toma de protesta.
Fotografía que circula en redes sociales sin autor identificado. |
El
discurso de toma de protesta de López Obrador comenzó con un cordial reconocimiento a Peña por no haber intervenido en las elecciones, a diferencia de cómo sí lo hicieron los presidentes anteriores. Después hizo un puntual recuento de las ruinas económicas que ha significado para nuestro país el régimen neoliberal implementado desde 1982 hasta a 2018. Peña Nieto se veía incómodo en su asiento al escuchar la parte que le correspondía de responsabilidad por el derroche de recursos, el endeudamiento, el desatino de las políticas de seguridad y sobre todo la desmesurada corrupción en que habían incurrido las administraciones neoliberales.
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Enrique Peña Nieto en la toma de protesta de AMLO. Imagen que circula en las redes sociales sin autor identificado. |
Debo admitir que encontré gran satisfacción al escuchar, desde la máxima tribuna del país, en voz del legítimo presidente, la condena al régimen neoliberal y la tunda verbal a Peña, al espurio Calderón y a los anteriores presidentes neoliberales. Fue un momento catártico. Fue un momento pasajero. A continuación AMLO fue muy claro al explicar que hará un punto final. Que no perseguirá a toda esa camarilla de delincuentes porque implicaría convulsionar al país, consumir mucha energía y mucho capital político, y que conviene más dedicar los esfuerzos a reconstruir el país y sentar las bases de un nuevo régimen, para que no se retroceda otra vez a esa era oscura, de corrupción y mezquindad, que significó el neoliberalismo.
"Como dirían los liberales mexicanos del siglo XIX, ‘que no sea fácil retrogradar'”, mencionó, y tiene razón, aunque esta sed de justicia, que consume al pueblo (y a mí como integrante del pueblo), le resulte difícil aceptarlo.
Los panistas rompieron un acuerdo para mantener el orden durante la ceremonia cuando escucharon que no se perseguiría a los presidentes anteriores, hipócritamente comenzaron a contar del 1 al 43. Ese es un performance que la sociedad ha adoptado, en distintas manifestaciones y protestas, para poner el dedo en la yaga, para hacer saber que la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa sigue presente en la memoria colectiva y que demandan justicia y alto a la impunidad. De inmediato se sumaron al conteo los legisladores de morenistas. El hipócrita arrebato de los panistas quedó como un golpe al aire, pues momentos más tarde AMLO anunciaría la creación de una comisión de la verdad para el caso de Ayotzinapa. Palabras que fueron cumplidas casi de inmediato, pues en el primer día hábil de su gobierno,
tal comisión fue constituida.
Los panistas tuvieron dos oportunidades más para seguir poniéndose en ridículo. AMLO declaró que el precio de los combustibles no aumentaría más que lo que aumenta la inflación, y se tendrían que esperar tres años para que las refinerías actuales fueran restauradas y se construyera una más para, ahora sí, lograr que el precio de los combustibles baje. Los panistas no se contuvieron más y, con cartelones y gritos, exigieron que bajara el precio de la gasolina. López Obrador les bateó un home run, con sorna dijo "ahora resulta..." que los que subieron los combustibles exigen que bajen. A estas alturas del discurso, mi corazón no cabía en regocijo.
El siguiente ridículo panista lo efectuaron cuando
a gritos interrumpieron el discurso y colocaron una manta que rezaba "Maduro, no eres bienvenido", mientras se desgañitaban acusando a Maduro de dictador. El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, al tanto de las intentonas de protesta de los legisladores panistas, inteligentemente demoró su llegada a la Ciudad de México para no estar presente en la toma de protesta, pero sí en el banquete que a continuación se llevaría a cabo en el Palacio Nacional. Banquete al que convenientemente no asistiría la delegación de los Estados Unidos de América, integrada principalmente por el vicepresidente Michael "Mike" Pence, y por la hija mayor de Donald Trump. Las delegaciones gringas y venezolanas estarían presentes en este día, pero de manera diplomática tuvieron el tino de nunca encontrarse en el mismo recinto al mismo tiempo. Los que no tuvieron un solo acierto fueron los legisladores blanquiazules que protestaron contra la presencia de un mandatario que no estaba presente.
Algunos momentos de la toma de protesta hicieron las delicias de las redes sociales. Uno de ellos fue cuando Andrés Manuel durante su discurso, para enfatizar que se construiría el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en Santa Lucía y que en tres años estaría funcionando, utilizó la coloquial expresión
"Me canso ganso". De inmediato corrieron memes alrededor de la frase, unos festivos y otros críticos. Todo ello para colmo de los adversarios clasistas de AMLO, quienes no soportan que el presidente de la república hable como la mayor parte del pueblo.
López Obrador disolvió al Estado Mayor Presidencial y dispuso que sus integrantes se incorporaran al ejército. Por ello no cuenta con escolta, ni con las suburban de Peña Nieto, ni las aeronaves, ni los miles de elementos militares que se encargaban de la logística y protección de los presidentes y expresidentes. Era usual que en la toma de protesta uno o varios elementos de ese Estado Mayor Presidencial resguardara las espaldas del presidente. En esa ocasión no fue así, al desaparecer ese cuerpo militar se dispuso que tres cadetes militares, del Colegio Militar, del Colegio del Aire, y de la Escuela Naval montaran guardia durante la ceremonia. Las redes comenzaron viralizar imágenes e información acerca de los
tres cadetes que robaron las miradas. La cadete Cielo García de la Fuerza Aérea Mexicana inflamó las pasiones. De inmediato saltó a la fama y se hizo público su perfil de Instagram donde ustedes podrán seguirla con el nickname
@cielog_. De nada, ;)
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AMLO y la cadete Cielo García.
Fotografía de Alfredo Estrella |
A la ceremonia asistieron dignatarios o representantes de varios países. Fue muy emotivo el murmullo y el aplauso en el auditorio cuando el presidente agradeció la presencia de Miguel Díaz-Canel, presidente del Consejo de Estado de "la hermana república" de Cuba, distinguiendo así a Cuba entre las naciones del mundo por los lazos fraternales que nos unen. Más sonora aún fue la bienvenida que el auditorio dio a Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, a quien López Obrador distinguió como el "amigo Evo". En su discurso, nuestro presidente anunció el regreso a la política internacionalista de respeto a la autodeterminación de los pueblos y a la doctrina de no intervención. Crece la esperanza de que México, estreche relaciones con Bolivia, Cuba y Venezuela en beneficio de nuestros pueblos y en defensa del resto de las naciones hermanas en los foros y organismos internacionales.
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Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Evo Morales en el Palacio Nacional. Fotografía publicada por Nicolás Maduro en su cuenta de Twitter, 1 de enero de 2018, 15:53. |
En lo personal, el momento más importante, memorable y entrañable del primero de diciembre de 2018, fue la entrega del bastón de mando por parte de representantes de 68 pueblos originarios y del pueblo afromexicano. Durante todo el día un sentimiento de incredulidad me invadió mezclado con repentinos brotes de alegría, instantes de euforia. No podía creer que este día histórico estuviera llegando por fin, me entristecía que muchos fallecieron sin ser testigos de este momento, me llenaba de esperanza también que los hijos, que algún día tendré, vivirán en un país distinto. Sin embargo, cuando López Obrador salió del Palacio Nacional rumbo al templete, rodeado de la gente, completamente abierto y receptivo a las muestras de afecto, un nudo en la garganta se me había extendido por todo el tórax. Cuando veo la humildad, el respeto y el compromiso con que asume la ceremonia, mis lágrimas brotan sin recato. Aún ahora, escribiendo estas líneas el nudo en la garganta vuelve a hacerse presente. La emoción fue extrema cuando uno de los representantes arrodillado ante López Obrador, en alguna lengua indígena, eleva una esperanzada súplica entre grito y llanto, era imposible no sentirse identificado con él, él representaba en ese instante siglos de reclamos de justicia, representaba a mis antepasados olvidados y vejados por la casta gobernante en turno. AMLO acusó recibo del compromiso que estaba adquiriendo y se arrodilló ante quien le ofrecía la cruz de su encomienda. Tomó del brazo al representante para levantarse ambos y poner fin a esa escena antes de que el desborde de la emoción resultara insoportable.
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AMLO arrodillado ante el pueblo durante la ceremonia de enrega del bastón de mando. Fotografía de Moisés Pablo, agencia Cuartoscuro. |
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El rostro de AMLO refleja la emotividad del momento. Fotografía que circula en redes sociales sin autor identificado. |
Luego siguió un largo discurso que desglosaba los compromisos de gobierno, mismos que habían sido delineados en sus libros y en la campaña. Después vino la fiesta.
El 1 de diciembre de 2018 se cerró el ciclo de la búsqueda del gobierno. Comienza la etapa de mandar obedeciendo. Los retos son titánicos. Andrés Manuel López Obrador,
no estás solo.
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AMLO, presidente legítimo y constitucional. Fotografía que circula en redes sociales sin autor identificado. |
Como colofón, puedo decir que la toma de protesta de AMLO fue parecida a una apoteósis, no sólo en el significado común de cierre triunfal de una gesta, sino en su sentido etimológico de glorificación o divinización de una persona. Muchos resultamos conmovidos, desde el pueblo común hasta las más altas esferas del poder republicano. Muestra de ello, son los desconcertantes comentarios que Porfirio Muñoz Ledo, el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, publicó en su cuenta de Twitter:
"Desde la más intensa cercanía confirmé ayer que Andrés Manuel ha tenido una transfiguración: se mostró con una convicción profunda, más allá del poder y de la gloria. Se reveló como un personaje místico, un cruzado, un iluminado. La entrega que ofreció al pueblo de México es total. Se ha dicho que es un protestante disfrazado. Es una auténtico hijo laico de Dios y un servidor de la patria. Sigámoslo y cuidémoslo todos".
En la imagen de abajo está una captura de pantalla del mensaje. Cierto es que su entrega al pueblo de México es total, él mismo lo dijo en el congreso: "Ya no me pertenezco", pero no es un iluminado, ni un hijo laico de Dios. No debemos perder el piso.
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Porfirio Muñoz Ledo, 2 de diciembre de 2018, 17:12 hrs. vía Twitter. |