domingo, 9 de mayo de 2010

SONRISAS Y SONROJOS

Existe una bibliotecaria de ojos brillantes y sonrisa pícara.

Hace unos días, al ingresar a la biblioteca, percibí un fuerte olor a perfume. La fragancia no era nada fuera de lo común, sin embargo, no quise perder la oportunidad de hacer un cumplido a la dueña de esos ojos, quizá así refrescaría mi caluroso día con una de sus sonrisas:

- ¡Fulanita, qué rico perfume! No lo había notado hasta hoy.

Pero no obtuve una sonrisa por respuesta, más bien se trató de una aguda risilla burlona:

- Ji ji ji, no es mío. Es de mengano que vino a ponerse perfume y dejó todo oloroso.

Sólo alcancé a balbucear algo así:

- Ah, no sabía... pues qué pena... es que, con el calor... y el ventilador hacia acá... yo pensé...

Yo le regalé un sonrojo, y ahora sí, ella me dió su sonrisa.

Me fui apenado, pero contento.

Contento porque ella agregó un pilón a la sonrisa. En esta ocasión rubricó su regalo con un leve mordisco de labio inferior :)

Claro... ahora sé que también existen menganos que gustan de dejar sus aromas en la biblioteca. ¡Qué estudiosos! :/

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