Mi
generación y todas las que le siguen no han vivido en un país que no esté en
permanente crisis. Desde 1982 a la fecha, 20 millones de paisanos han tenido
que abandonar su tierra para alquilar su fuerza de trabajo en el país vecino
del norte. Ese es el triunfo del
neoliberalismo económico y la derrota de la inexistente mano invisible de
Smith.
Los mismos medios masivos de comunicación que se escandalizan por los
cientos de cubanos que se lanzaron en la
crisis de los noventas a la mar para llegar a La Florida silencian la vergüenza
que significan los millones de mexicanos que se lanzan al desierto para buscar
allende las fronteras la dignidad que, en esta tierra que es suya, les es
negada. Los medios masivos de (des)información son una herramienta más del
sistema neoliberal.
“La soberanía reside
esencial y originalmente en el pueblo”, reza nuestra Constitución pero es letra
muerta. La clase política ha renunciado a representar el interés popular. Los gobiernos neoliberales han erosionado los
contenidos de los programas educativos hasta producir, en términos generales,
una masa acrítica incapaz de cuestionarse su propósito en la vida. Han
demostrado que es posible elevar los años de escolaridad y disminuir las
capacidades humanas. La fórmula ha sido corromper a los actores de la
educación, disminuir los recursos, abandonar la enseñanza de la comprensión de
lectura, restar importancia a la lógica y desaparecer de los programas a la
filosofía.
La clase política y el poder judicial han encarecido la posibilidad
del cambio a través de las urnas implementando descarados fraudes electorales, y
ha llegado a la desvergüenza de convalidar la compra del voto al bajo precio de
la necesidad.
Es tiempo de organizarnos con imaginación para enfrentar al
régimen que padecemos. Está en juego nuestro futuro y el destino de las nuevas
generaciones.
Congreso Popular
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