lunes, 5 de octubre de 2009

CELAYA GUANAJUATO Y SU ALCALDE INEPTO

Algunas acciones de nuestros gobernantes me causan risa de primera impresión.

Después, cuando reflexiono un poco, me provocan una mezcla de sentimientos nada gratos tales como indignación, desesperanza y enojo, al final, me dan lástima.

Hace unos minutos, al revisar en internet los periódicos, me sorprendí al enterarme de que Gerardo Hernández Gutiérrez, alcalde de Celaya, había develado una estatua de bronce de 6 metros de altura de la virgen de la Purísima Concepción en una glorieta ubicada al oriente de la ciudad que ahora llevará el nombre de Glorieta de los Fundadores Puerta de Oro del Bajío.

Durante la inauguración, los oradores, entre los que se encontraba el alcalde, el director de comunicación social y un fraile franciscano, señalaron que la erección de la estatua y la creación del complejo escultórico que lo acompañará, es dotar a la ciudad de un nuevo símbolo en reemplazo de la "Bola de Celaya", al tiempo que consideraron que la virgen tiene un estrecho vínculo con la historia de la ciudad y representa los valores de la misma.

Los servidores públicos involucrados en el acto evadieron informar el costo del monumento, sin embargo trascendió entre los periodistas que su costo asciende a 5 millones de pesos y que los recursos provienen del gobierno estatal y del municipio.



Causa indignación que los servidores públicos sean incapaces de separar sus creencias personales de sus deberes y obligaciones de gobierno.

Me pregunto, ¿qué hace un fraile franciscano en tal evento? ¿acaso en Celaya el gobierno reside en los templos y no en el cabildo? parece que éste último ha sido relegado a funciones meramente administrativas.

¿Por qué se considera a la virgen de la Purísima Concepción un icono ligado a la historia de la ciudad?

Ellos pretenden justificar la elección de ese motivo porque se reproduce la imagen del escudo de armas de la ciudad (cabe señalar que en tal escudo aparece la imagen de una virgen sobre un mezquite bajo cuya sombra se reúnen los fundadores de la villa) pero vale la pena preguntarse si actualmente un escudo de tales características realmente es representativo de la sociedad celayense.

Tenemos motivos para pensar que la mayoría de los celayenses no tenemos el afán de ligar ningún símbolo religioso a la imagen de la ciudad. Recordemos que el mismo alcalde Gerardo Hernández promovió durante un tiempo el cambio de nombre de la ciudad a "Celaya de la Purísima Concepción" y este proyecto fue rechazado ampliamente en sondeos de opinión a pesar de que el primer nombre español que llevó la población fue Villa de la Purísima Concepción de Zalaya (Dato extra: En tiempos prehispánicos la población se llamaba Nat Tha Hi que en otomí o ñahñú significa Debajo del Mezquite).

Por otra parte, ¿es realmente cierto que existe "cansancio de la ciudadanía de sólo ser reconocidos por la Bola del Agua" como afirman los funcionarios? Personalmente me gustaría más que Celaya fuera reconocida por el alto nivel de sus instituciones de educación superior, por la calidad de vanguardia de sus instituciones de salud, por su alto índice de desarrollo humano, sus renombrados centros culturales y por su respeto a la ecología... pero estamos muy lejos de eso. En cambio, con estas obras públicas sólo seremos reconocidos por el dispendio de los recursos públicos, la mojigatería y la ignorancia de nuestras autoridades.


Y si acaso la Bola del Agua fuera un símbolo de la ciudad, no parece que ésta hubiera sido construida con fines iconográficos. En su época fue construida con la tecnología más avanzada que se tenía disponible en el mundo, y su finalidad era abastecer de agua el centro de la ciudad. Sin duda, es un buen ejemplo de cómo se invertían inteligentemente los recursos públicos.

Los símbolos creados por decreto no tienen futuro, si la Bola del Agua se ha convertido paulatinamente en icono de la ciudad es porque después de la destrucción que arrasó a Europa durante la segunda guerra mundial, ésta es el único ejemplar que queda en pie con sus características.

Qué pena me da el alcalde Gerardo Hernández y el cabildo. Actos como éste nos retratan la mentalidad pueril de nuestros gobernantes.

Me indigno porque la estupidez no es pretexto para hacer mal uso de los recursos públicos. ¿Si Celaya está aquejada por la violencia y la inseguridad, no tendrían mejor destino esos 5 millones de pesos si se hubieran comprado patrullas, por ejemplo?, ¿o cuántos policías más se habrían contratado con ese dinero?... ¿Policías? Se me olvidaba que en Celaya ya no hay policías municipales - como dicta la constitución - sino guardias muncipales. Nuestras mojigatas autoridades le cambiaron el nombre a la policía, seguramente inspiradas en la guardia civil de la dictadura franquista en España.

Me desborda la desesperanza por saber que nadie los llevará a juicio por este dispendio, ni por otras tropelías durante su administración. En Celaya, como en todo el país, reina la impunidad.

Mi consuelo es que los libros de historia no recogerán el nombre de tan inepto alcalde, pero sí relatarán que en el municipio de Celaya alguna vez hubo una época oscurantista (des)gobernada por beatos caricaturescos.

Adjunté en primer sitio una fotografía del monumento en cuestión, después una fotografía de la Bola de Celaya, y los vínculos a las notas de los periódicos Correo, El Univesal, y El Sol del Bajío.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

esto es una basofia

Anónimo dijo...

esto es estupido y pendejo